Barbenheimer, los estrenos simultáneos de Barbie, de Greta Gerwig, y de Oppenheimer, de Christopher Nolan, pasarán a la historia como un éxito asombroso. Juntas, según Variety, las películas recaudaron más de 244 millones de dólares en su fin de semana de estreno, el cuarto mayor de la historia de Estados Unidos. En el caso de México, de acuerdo con datos de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, desde su llegada a la pantalla grande y hasta la fecha, Barbie ha registrado en taquilla un ingreso de 390 millones de pesos mexicanos; mientras que Oppenheimer, 79.6 millones de pesos mexicanos.
Los 162 millones de dólares de Barbie en Estados Unidos fueron los mayores de la historia para una directora, situando a Greta Gerwig por delante de los 103 millones de dólares del debut de Patty Jenkins con Wonder Woman. Ha sido un éxito tan arrollador que los expertos declaran oficialmente “superados” los efectos adversos de Covid-19 que impactaron sobre la asistencia a las salas de cine.
Las dificultades que el estreno de Barbie tuvo que superar
Los comentaristas también destacan en particular los sorprendentes logros de Barbie. ¿Cómo es posible que una película impregnada de rosa y feminismo haya llegado a lo más alto en una temporada habitualmente dominada por las capas de superhéroes y los tipos con automóviles de lujo? La respuesta corta es que es divertida, por lo que su éxito no debería sorprendernos. Pero la explicación más complicada es que lo consiguió a pesar de los muchos factores en su contra.
El más obvio, supongo, es la misoginia. A pesar de los años de pruebas en contra, la opinión generalizada sigue siendo que las películas hechas por mujeres o sobre mujeres no prosperan, especialmente las que contienen mensajes abiertamente feministas. Sin embargo, aunque Ben Shapiro, comentarista conservador, la calificó de “una de las películas más ‘woke’ que he visto” y Ted Cruz, senador de Texas, como “propaganda comunista china”, el público acogió su mensaje reportando millones de espectadores. En este contexto, el término ‘woke’ es una forma irónica de llamar a las ideologías progresistas “radicales” o de izquierda, normalmente por grupos conservadores que se oponen. El concepto proviene del verbo inglés ‘wake’ (despertar) y se refiere, de acuerdo con sus entusiastas, a la concientización sobre temas sociales y políticos que, habitualmente, aquejan a las minorías.
Pero aquello es solo el principio. Los obstáculos más sorprendentes para Barbie fueron las dos huelgas sindicales de Hollywood, que afectaron enormemente la promoción de la película. Tras el fracaso de las negociaciones con los grandes estudios y el paro del Sindicato de Actores de Cine y la Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA, por sus siglas en inglés), los miembros del sindicato, prácticamente todas las estrellas de la película, ya no podían conceder entrevistas ni aparecer en las redes sociales para promoverla. El gran estreno de Barbie en la alfombra rosa tuvo lugar antes de que empezara la huelga, pero después se apagaron las luces.
La huelga del SAG también hizo que los influencers se mostraran reacios a promocionar la película. Si bien no todos son miembros del sindicato, muchos aspiran a serlo, y participar en la difusión de la película acudiendo a eventos o compartiendo sus reacciones en las redes sociales pondría en peligro su afiliación. Como declaró un influencer de TikTok a The New York Times esta semana, tener que decidir entre hacer su trabajo y apoyar a los actores en huelga se sentía como estar “en una disputa familiar muy complicada. No quieres ser una de esas personas que estaba dispuesta a aceptar un cheque en lugar de apoyar a las personas que luchan por salarios dignos”.
Y, sin embargo, Barbie insistió. Y tal vez sea debido a las huelgas, más que a pesar de ellas. Incluso cuando fans y cosplayers se preguntaban si debían apoyar los proyectos de los grandes estudios en la taquilla, el reparto de la película expresó su solidaridad con las huelgas al desfilar por la alfombra rosa. Cuando Barbie pasó del circuito de prensa a la línea de pancartas de protesta, los fans la siguieron.
Dentro de, digamos, dos semanas, el mundo sabrá cuánto poder de resistencia tiene Barbie. Y tal vez incluso cuánto posee también Oppenheimer. La mente del colectivo de la cultura pop es así de voluble. Mientras estoy aquí sentada, cinco días después de la ensoñación del Barbenheimer, es difícil no pensar en todo el período como un viaje a la propia Barbieland. En algún momento, todos debemos subirnos a un descapotable rosa, poner a todo volumen Closer to Fine y volver al mundo real.
Lo curioso es que las Indigo Girls lanzaron esa canción en 1989. Es el cierre de la mayoría de sus conciertos, un gran canto que pretende devolver a los fans a sus vidas con una sensación de felicidad. En el cuarto de siglo transcurrido desde entonces, se ha convertido en un himno para cualquiera que quiera librarse del patriarcado, una canción de rebeldía de un grupo queer que, con frecuencia, ha sido objeto de burlas y comentarios homófobos. Actualmente, están viviendo un resurgimiento masivo, y ese quizá sea el éxito de Barbie más (maravillosamente) inesperado de todos.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Andrei Osornio.